Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño, Muxhe performer. Foto: Mario Patiño, 2017.
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los na-
dies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto
la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la
buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en
lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los na-
dies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se le-
vanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de
escoba.”
Los nadies, de Eduardo Galeano (1940)
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.
¿cómo es que decidiste que tu línea de acción artística tendría que estar acompañada del universo expresivo de los muxes?
Es correcto lo de la decisión, pero el “tendría que estar acompañada
del universo expresivo de los muxes” no necesariamente; es decir, en el
acontecer escénico lo que sí tiene que suceder es la contradicción.
Desde mi quehacer escénico, el acontecer necesariamente tiene como
prioridad neurálgica e imperativa evidenciar las contradiciones que
suceden en la cotidianidad de cada una de las identidades que se
construyen en la escena, mismas que –a su vez– se convierten en la
representación hologramática de una identidad en plural de las
existencias en la cotidianidad.
Porque, si bien uno de los componentes “del universo expresivo de los
muxes” es el travestismo, entonces un travesti fuera del universo
expresivo de los muxes”, es sólo eso: un travesti, una loca, una perra,
un homosexual, un pervertido, un sodomita, un pecador, un desviado, un
invertido, alguien que es “fruto del pecado” y que vive en el “pecado
nefando”. Entonces eso (el travestismo) es sólo una excusa para que el
“otro” (el que mira) se permita llevar a la superficie de la epidermis
sus juicios de valor, su “criterio de verdad”, y ya en esa posición el
“otro” deja descargar su artilleria de excusas: tolerancia,
permisibilidad, sentencias; juzga, justifica, perdona o lapida. Después
de ello viene la otra parte del acontecer de la performatividad,
haciendo que el “otro” se coloque por sus mismos juicios de
valor/criterios de verdad, contra la pared como un ser injusto e
inhumano con la alteridad, con su igual.
Por el arraigo y la trascendencia cultural de los muxes en la
historia mexicana y la historia oaxaqueña, no puedo evitar relacionarlo
con el folclor
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.2
¿cómo decidiste incorporar en tus piezas el perfomance y
otras técnicas como Graham o la danza Butoh?
Las técnicas son eso: un método que te permite obtener un resultado
de cierta manera, y la decisión de incorporarlas es meramente un asunto
pragmático, de sobrevivencia escénica. Si me dejo caer de rodillas en el
escenario corro el riesgo de lesionarme y entonces me dejo caer, pero
haciendo uso de una contracción, misma que me garantiza que podré
incorporarme y seguir danzando o caminando. Además, las técnicas son
entrenamientos osteomusculares que te garantizan una vida escénica y una
efectividad en la escena, tan simple como el entrenamiento de un
boxeador que repite una y otra vez un golpe para ser efectivo, para un
knock out, para hacer daño. La escena es similar, uno entrena para ser
efectiva en lo que se hace, en lo que se dice. Un cirujano no entrenado
en el uso del bisturí puede terminar decapitando a su paciente
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.3
Regresando al tema del Folclor, es inevitable no poder pensarlo. Las
misiones culturales
vasconcelistas sí que lograron ser buena escuela
cuando se hicieron ley las representaciones artísticas en el sistema
educativo nacional y sus bailables. Lo que no se debe olvidar es que
precisamente el folclor es la simulación de la cultura como
acontecimiento, sólo que de repente el folclor viene a usurpar el lugar
de la cultura, enunciándose como “esto es la cultura”, haciendo con ello
un ejercicio de guerra de baja intensidad a la cultura viva e
invisibilizando las necesidades, carencias, demandas y/o deudas sociales
que el estado mexicano tiene con no pocas identidades colectivas de los
pueblos originarios: problemas agrarios, despojos, intromisión en sus
formas de organizacion y alteración en las tenencias de la tierra,
parcelación en pequeña propiedad de los bienes comunales y/o ejidales
“para que las personas tengan certeza jurídica de su posesión”,
etcétera. Es decir, pareciera que es más importante preservar el folclor
que la cultura viva, o como se decía hace unos ayeres: “el mejor indio
es el indio muerto”; que “no puedas evitar relacionarlo con el folclor”,
es de esperarse. Digo, yo no puedo evitar detenerme a ver el televisor
cuando un connacional compite en las Olimpiadas, o cuando la selección
mexicana de futbol juega un mundial, aunque ya de por sí conocemos los
resultados: “¡jugaron como nunca y perdieron como siempre!” No me gusta
el futbol, pero sí me gusta ver cómo los futbolistas se toquetenan, se
besan, se enciman, se dan de “arrimones” y se sabrosean. Me gusta ver
cómo se acomodan el “bulto” y se dan de besos a la vista de la
“respetable” afición del país y de todo el mundo. A eso me refiero
cuando digo que la política vanconcelista ha sido efectiva: tenemos casi
en el código genético el himno nacional, el juramento a la bandera, el
himno a las escuelas secundarias técnicas, y como no es para menos que
“septiembre sea el mes de la patria”, el folclor hace lo propio
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.4
En términos técnicos, ¿cómo haces para elegir la música de tus
piezas? ¿qué papel juega? ¿tienes algún tema musical que consideres la
banda sonora de tu vida?
La eleccion de la música es eso: una elección. La música no es
acompañamiento o un relleno que llena el espacio mientras yo hago nada.
¡No!, la música que elijo en cada una de las piezas me tiene que tocar.
Tiene que ver con mis historias de vida, me conmueve, y ella me lleva de
la mano hasta la predisposición de ataque o de vulnerabilidad. La
música en algunas de las piezas construye un mapa sobre el que
desarrollo la pieza en acciones. Sí, pero también en memorias: me remite
a una memoria especifica de mi especie homínida, me lleva a encontrarme
con la de todas las changas; “Lucy la Changa”, como cariñosamente llamo
a Lucy. Me invita a no dejar de lado esa parte que algunos relacionan
con el folclor: mi memoria étnica, mi familia, mi comunidad, mi
colectividad, la subjetividad y el imaginario colectivo perpetuado por
cientos de años. Me trae a la escena la memoria étnica de la tradición
en nuestra fase de cazadores-recolectores. Eso hace la música que elijo.
Otras cosas yo no las escojo, pero ahí están, como mis dientes, la
forma de mi cráneo, mi cabello, y están como el resultado de miles de
millones de años de evolución de la especie, y así como yo, todas,
todos. Por eso la música que se elije es también una manera de honrar,
de agradecer, de festejar, de consentir, de recordar que nuestras
existencias son los resultados de la colectividad que amorosamente me
procuró al nacer, crecer, caminar, hablar. No se conoce otra forma de
preservar la especie, la cultura, la tradición, la memoria, y por eso es
también tan importante el territorio, porque es el todo de nuestra
casa.
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.5
¿Qué hace la muxeidad fuera de Tehuantepec?
La muxeidad fuera de Tehauntepec no existe, porque el concepto de
muxeidad remite necesariamente a una forma de vida colectiva que se hace
desde la masculinidad, la femineidad, los cargos honoríficos en la
estructura social y religiosa, y la práctica ancestral de vocación de
servicio, “quien vive para no servir, no sirve para vivir”. Pero los
muxes sí existen fuera de Tehuantepec, no como muxes, sino como
homosexuales.
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.6
¿Qué hace un artista escénico y contemporáneo en Tehuantepec, con la comunidad muxe?
Vivo, intento cumplir de la mejor manera mi rol sociocultural en la
cotidianidad y lo contemporáneo. La cultura es contemporánea, la
tradición es contemporánea, la costumbre es contemporánea. Los muxes
somos contemporáneos, de lo contrario seríamos folclor.
Quizás por eso somos ácidos, porque estamos vigentes. Si se hablara
de los muxes como vestigios, entonces quizás y sólo entonces, se
agregaría una festividad más al calendario gregoriano –el “día de los
muxes”– y se hablaría de ellos los lunes en los homenajes a la bandera,
se les declamaría a los muxes, se harían certámenes de reina muxe, el
disfraz más muxe, habría equipos de futbol y beisbol con nombres muxes,
nombres de calles y colonias, avenidas, bulevares y una que otra
cantinita en el arrabal. En los méritos académicos existiría una medalla
muxe a la investigación científica, tecnológica, humanística, artística
y deportiva.
Y no es “un artista escénico (…) con la comunidad muxe”. Un artista
escénico hace comunidad, es la comunidad. Por eso “un artista escénico”
dice que el acto escénico es un acto de comunión, de compartición, de
ofrenda, de entrega, de regalo.
Hablas de representarte a ti mismo, de tu cuerpo como lienzo y medio
para crear. ¿Cómo cambia la manera de representarte en el tiempo?
Por supuesto que todo cambia. Quizás por esa razón no tengo maneras
de representarme, y sólo me presento… estoy siendo… quizás cuando
intente disimular el paso del tiempo en mi cuerpo biológico, cuando sea
inevitable ver el paso de la cirugía “estética” en mis carnes esa será
una manera de representarme en el tiempo, porque entonces ya no estaré
siendo, sino intentanto ser, o estaré siendo de otra manera,
construyéndome un cuerpo virtual que existirá en proporción a las
unidades de botox.
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.7
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño. Muxhe Performer. Foto:Mario Patiño, 2017.9
¿Cómo evoluciona tu cuerpo y la manera en que creas con él?
Mi cuerpo evoluciona al ritmo de la especie, evoluciona al mismo paso
de la generación de los 70’s, al paso de lo analógico. Quizás por ello
soy un poco torpe en lo digital y la manera que creo es intentado que lo
analógico de mi propuesta escénica se mantenga vigente muy a pesar de
las vanguardias, las modas y la digitalización de la escena. Se habla de
la muerte de las técnicas duras en la danza contemporánea, se habla de
video-perfomance, video-danza, danza con sensores, danza impresente, el
performance incorpóreo, la erosión de la escena física y la epidemia de
la escena virtual e interactiva, un square time, pues.
Pero también soy conciente de que mi cuerpo evoluciona adaptándose
para la creación muy a pesar de la memoria virtual que se construye en
las promesas de modernidad, contemporaneidad, desarrollo, progreso, de
nuestro brinco al primer mundo con la firma del Tratado de Libre
Comercio y las reformas estructurales del estado. Gran parte de la
escena mexicana –en términos de infraestructura– se sigue produciendo en
el Tercer Mundo, resolviendo con hechizos, iluminando con los botes de
las grandes firmas transnacionales (quizás esto sí tenemos del primer
mundo), sean en versión rajas, enteros o pasteurizada. Este es el
verdadero ritmo al que mi cuerpo se adapta para la creación, para hacer
que suceda el acontecer de la performatividad. El resultado mismo no es
más que un ejercicio performativo que inicia mucho antes, incluso de que
se alimente y nutra el actor-bailarín para su quehacer cotidiano. Me
decía en una ocasión un connacional en los campos de Salinas,
California, cuando yo hacía alusión al grado de alcohol que ingieren los
mexicanos que levantan la cosecha en esta parte de California: “Como
sabemos que aquí se trabaja para envejecer, la única forma de
sobrellevar esta vida es drogado o borracho”.
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño, Zapotec Muxe Performer. Muxhe.5
En términos escénicos diría que la unica forma de sobrellevar esta
vida es creando, recreando, reinventándose, adaptándose, mimetizándose,
camuflajeándose, a veces infiltrándose, otras veces siendo un agente
encubierto, y todo para evidenciar las contradicciones y fallas del
sistema que genera cuerpos contenidos, cuerpos violentados con cada vez
mas alto grado de dolor e infelicidad y que ni siquiera intenta
disumularlo cuando lo hace, o el cómo lo hace, sino que cada día se
presenta mas descarado-descarnado, premeditado, y alevoso.
Contemporary Muxe Performance Artist, Lukas Avendaño, “La Pasión según San Lukas”, 9
¿Por quién hablas cuando presentas un performance?
Considero que más que hablar, vivo la escena. Mi práctica es un
ejercicio de resistencia para estar en la escena como una forma de
sembrar esperanzas, de decir a las generaciones: “¡también es valioso e
importante dedicarse a lo que uno sueña, a lo que uno ama! ¡vale la pena
dedicarse a lo que uno encuentra sentido!” Quizás este es el mejor
discurso que pueda enunciar con mi presencia en la escena, que mi ser
escénico sea un ejemplo claro de decir: “los que deciden hacer de su
vida la escenificación, no se mueren de hambre”. El proceso creativo no
tiene nada que ver con el poder adquisitivo, con el estudiar en una
universidad prestigiosa, tener un grado académico en una universidad
extranjera, y también es una manera de continuar la memoria étnica.
Somos productos de una cultura en la que la escenificación en un item
fundamental, es la reproducción de nuestra idiosincracia, de nuestro
imaginario, de nuestra subjetividad. He tenido la fortuna de gritar y
azotar latas para que la luna no se tragara al sol en un eclipse; de
ahuyentar al diablo cuando se acercaba transformado en remolino de aire
con un “cruz, cruz, cruz, que se vaya el diablo y que venga Jesús”; de
invocar la lluvia con un “que llueva, que llueva, la virgen de la
cueva”; de quitarme el hipo con un hilo o curarme de ojo con un trapito
rojo; de tapar espejos, esconder cuchillos y machetes cuando el cielo
relampageaba; de cubrirme la cabeza y esconder los cabellos cuando
llovía; de tocar cogollos de carrizo para atraer a las culebras; de
gritarle a los aviones, “¡avión tráeme una nena! ¡avión tráeme un nene,
un hermanito!” Pese al grado de ficción en el gesto, reconozco que en su
momento era posible y sucedía, como la escena, donde sabemos que pese a
su grado de ficción es posible ser un “No Soy Persona. Soy Mariposa”. Y
si revisamos las crónicas del viejo mundo sabremos que el ejercicio de
la escena de hoy es sólo una manera de honrar la memoria de los que
permencen intactos en los museos, los códices, las estelas, las vasijas,
las urnas funerarias, las puntas de flecha, las navajas de obsidiana, o
en los entierros en ollas de barro.
Muxes Zapotecos. Lukas Avendaño, Zapotec Muxe Performer. Muxhe.12
¿El performance tiene límites?
El performance es ilimitado; limitadas son las posibilidades del cuerpo biológico.
Contemporary Muxe Performance Artist, Lukas Avendaño, “La Pasión según San Lukas”, 2
Contemporary Muxe Performance Artist, Lukas Avendaño, “La Pasión según San Lukas”, 1
¿Todo se vale?
¡Todo se vale! Todo tiene un valor de uso o un valor de cambio, mismo
que al ser considerado una pieza artística, ésta puede trascender a
poseer un valor material y/o un valor simbólico; es decir, el Ángel de
la Independencia tiene un valor material indiscutiblemente, y su valor
simbólico lo toma por la significación de su participación en la
construcción de la memoria colectiva. Para el caso del performance
habría que pensar qué valor tiene lo que producimos, no sólo para mí,
porque yo puedo decir: “Esta piedra vale porque es útil para afilar
cuchillos”, pero resulta que en mi oficio soy un ignorante de los
cuchillos; no uso cuchillos, ni siquiera sé manipular un cuchillo, y en
mi pieza me corresponde filetear un lomo de cerdo y de vez en vez
afilarlo para “generar sentido”, y entre el público hay un matancero
especializado por años en el oficio en descuartizar cerdos y manipular
cuchillos. El valor que él le dará a mi acción será diferente al que yo
espero que se le de; el matancero sabrá que soy alguien intentando hacer
algo sobre lo que no tengo práctica, experiencia, habilidad, nociones
que ni siquiera sé lo que intento hacer, y hasta me corto un dedo
mientras afilo el cuchillo.
A
esto hasta podría decir el performancero en su defensa que su objetivo
es evidenciar cómo él es un inútil para afilar cuchillos, tan inútil que
ignora que se hace con una piedra de afilar y no con una piedra caliza,
por ejemplo. La otra pregunta sería: ¿Cuál es la finalidad de que un
inútil nos haga invertir tiempo-vida y ser testigos para para reafirmar
su nivel de inutilidad, a menos que el título de la pieza sea “útil de
inútil”. ¡Qué contradición!, negación de la negación, el materialismo
dialéctico aplicado a la inutilidad. Aquí va otra pregunta para el que
lee: entonces, ¿cuál sería el valor material de la pieza si lo tuviera?
¿y cuál es el valor simbólico si lo tuviera? No para mí, ni para quien
lee, sino en el sentido de dónde toma su valor una pieza artística, como
un bien patrimonial- cultural.
“Madame Gabia”, A Pedro Lemebel en Memoriam. Lukas Avendaño Performer, Mario Patiño fotografìa 2015.-17
En ese sentido, la primera pregunta que yo me planteo ante una acción
es si mi acción tiene resuelta la acción misma en términos técnicos,
materiales y a posteriori vendría toda la justificación teórica que
pueda argumentar para justificarme, y no al contrario, el justificarme
para evidenciar mi inutilidad aun introduciendo el concepto de escasez a
la pieza, que es el principio de cualquier práctica económica, base en
la que se funda la ley de la oferta y la demanda bajo la cual se rige
nuestro concepto de economía de mercado. No porque sean los únicos pares
de zapatos hechos con piel de mamut pagaré una fortuna, menos aún si no
son funcionales, o son un centímetro cuadrado de piel de mamut que se
presupone que fueron unos zapatos. Sobre estas bases muchas veces
descansa lo que se considera el arte contemporáneo, se le adjudica un
supuesto valor a lo que se supone es un objeto, u obra artistica. Y aquí
tambien entra el performance.
“La PaXión según San Lukas”, Lukas Avendaño Performer, Mario Patiño fotografìa 2015, 7
¿Qué opinas de otros performanceros?
Que somos productos de nuestras circunstancias; sí, pero tambien de
cómo nos aferramos a la vida, de cómo queremos vivir la vida, cómo
dignificamos la vida, nuestra existencia y proporcionalmente la vida con
los demas.
¿Tienes algún referente?
Olivier de Sagazan, Yukio Mishima, Bando Tamasaburo, el Subcomandante Insurgente Marcos, Las Yeguas del Apocalipsis.
¿Cómo reclamar o hacer valer la autonomía del cuerpo?
Con dignidad y por la fuerza, si es necesario.
Lukas Avendaño, Muxhe Performance Artist – Mario Patiño, fotografìa 2015 – Performance Art Mexico – 12
¿La autonomía es una utopía en México?
Es una mariposa utópica.
¿En quién te inspiras cuando creas?
Las piezas no son un asunto de inspiración, mas sí un asunto de
atención. Una no puede ir por la calle como si no pasara nada, como que
“yo estoy bien y que el mundo se rompa en pedazos”. Uno no puede ir por
la calle gritando su felicidad a costillas de la infelicidad de alguien.
Uno no puede decir, “hijos de mis hijas, mis nietos; hijos de mis
hijos, quién sabe”; claro que no, también son nuestros hijos, si no,
¿cómo se hace la comunidad? ¿cómo se perpetúa la especie y con ello la
tradición, la costumbre?
Lukas Avendaño – Mario Patiño. Foto performance: sin miedo a lo diferente. 14
En esta amplitud de posibilidades a las que tu cuerpo tiene acceso en
la plena libertad de ser quien quieres ser, ¿qué o quién quieres ser en
este momento de tu vida y de tu carrera?
Lukas Avendaño, porque en realidad soy José Lucas Avendaño Martinez.
Lukas Avendaño – Mario Patiño. Foto performance: sin miedo a lo diferente.16
Tehuantepec, Oaxaca, México… el lugar donde estés o donde quieras
estar, ¿es un escenario idóneo para ser quien quieres ser? ¿para ser
feliz?
Considero que no existen los escenarios idóneos y los posibles
escenarios o escenarios posibles no deben ser una determinante. Pienso
que el asunto de la felicidad inicia a partir de una decisión. En este
momento yo decido mi felicidad pese a mi predestinación al fracaso,
porque mis decisiones socialmente estaban catalogadas –cuando no
equivocadas– como encaminadas a fracasar. En primera instancia, un
“nadie” aspirando a ser alguien en la vida, “un profesionista”, pero no
cualquiera, uno en humanidades (de los que se mueren de hambre, oía
hablar al común). Luego, un “nadie”, con aspiraciones de ser alguien en
humanidades y ademas bailarín –de los que se les hace un examen
antropométrico–, una facultad de danza que si bien no le llegan cuerpos
casi “perfectos”, tiene las posibilidades de desarrollarse casi a la
perfección. Un “nadie” que por su naturaleza es imperfecto ahora,
aspirando a ser alguien, pero no un alguien cualquiera, sino un alguien
casi perfecto. El acabose fue cuando “nadie” aspiró a ser alguien, pero
no un alguien cualquiera, sino un “nadie” con aspiraciones de artista.
“¡Qué insolencia! ¡qué atrevimiento! ¡qué lepero, grosero, burdo..!”,
así connotaba sus gestos el secretario de turismo de Oaxaca en el 2012
cuando “nadie” le presentó su carpeta por sus aspiraciones de ser
alguien en la vida.
Pero “nadie” en su determinación de ser feliz hizo público su ser
homosexual, como si fuera difícil ir por la vida calladito. Qué afan de
“nadie” de complicarse la existencia, si hasta ya tenía trabajo en el
Cruz Azul y, no conforme, renuncia como si tuviera en su mesa no miles,
no cientos, digamos tres papeles solicitando sus servicios. Es por eso
que pienso que la felicidad, en un primer ejercicio, es decidirse a
hacer valer nuestra felicidad, porque ya la historia de “nadie” es una
muestra de un caso “exitoso” del fracaso.
Lukas Avendaño – Mario Patiño. Foto performance: sin miedo a lo diferente. 2
Si no hubieras hecho lo que haces hoy en términos de tu carrera, ¿qué te habría gustado hacer?
Sábados y domingos por la mañana cortaría cabello y despues del
mediodía sería cantinera. De lunes a viernes, antes de la comida, haría
vestidos y después de la comida pondría valses de quinceañeras en un
patio anexo donde tendría mi negocio de cervezas, para aprovechar la
rocola en nuestros ensayos. Y en los días festivos haría show; por
ejemplo, en el mes patrio cantaría corridos de la revolución mexicana
vestida como Lucha Villa, Lola Beltrán, Las Jilguerillas, Chayito
Valdez… En el mes patrio también me gustaría organizar el certamen de
Señorita América, y para las fiestas de octubre, adornaría la iglesia y
vestiría a la virgen de Santa Teresa; es más, hasta me gustaría
representar su vida de monja, con su hábito bien bonito, y no porque
fuera monja, mas sí por mistica, porque eso de ser penetrada por el
dardo de oro de un ángel, como que me gusta más, y luego el Cristo tan
apuesto, tan barbón, tan fuerte, cargando esa crucezota, subiéndola al
cerro. Él tan macho, aguantando el dolor cuando le clavaron los clavos y
las ganas de llorar como los meros hombres con las espinas en la
frente; y luego, verlo todo el tiempo así semidesnudo, con sus piernas y
brazos largos, con todos sus músculos pegados a sus huesos como cuerpo
de bailarín entrenado en Graham, haciendo sus contraciones cuando lo
bajaron de la cruz, con esa carita de yo no fui. Y sí, por eso me
encanta también la foto del Che Guevara cuando está acostado sobre
aquella plancha de concreto en La Higuera, Bolivia, porque se parece
tanto a Jesús; lo prefiero más así que con su purote entre los dedos,
con eso que no me gusta el tabaco, ¡¡¡fuchi…!!!
Contacto: avendanolukas@gmail.com